Para realizar nuestro experimento necesitamos un
tubito de cristal resistente al fuego (por ejemplo de un antiguo quinqué) y una
vela pequeña.
Si encendemos la vela y colocamos encima el tubo de
vidrio vemos que la llama palidece y se apaga en unos segundos.
Ahora repetimos el experimento pero dejando que entre
aire por debajo de la vela. En este caso vemos que la llama se mueve pero no se
apaga.
Explicación
En el primer caso la combustión de la vela consume
oxígeno y produce dióxido de carbono que se acumula en el interior del tubo. La
falta de oxígeno apaga la vela en unos segundos.
En el segundo caso se produce una corriente de
convección ascendente que renueva el aire en el interior del tubo permitiendo
que la llama no se apague.
Si se deja poco espacio para la entrada de aire por
debajo de la vela aumenta la corriente de aire y el movimiento de la llama.
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